"Si denuncio y condeno la injusticia es porque es mi obligación como pastor de un pueblo oprimido y humillado. El Evangelio me impulsa a hacerlo. He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decirles que, como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección".
El 24 de marzo de 1980 Monseñor Oscar Arnulfo Romero celebraba misa en la parroquia de la Divina Providencia en San Salvador, en el momento de la consagración una bala le destrozo el corazón. Llevaba 3 años considerado como el enemigo número uno del gobierno salvadoreño a causa de sus homilías, pues abogaba por los derechos de los pobres y campesinos quienes vivían la represión militar. Su celo por la justicia y la caridad lo llevaron a ser un gran defensor del pueblo salvadoreño en materia de derechos humanos, ya que eran pisoteados por el régimen militar que imperaba en el país. Escuchamos es una de sus homilías : "Si denuncio y condeno la injusticia es porque es mi obligación como pastor de un pueblo oprimido y humillado. El Evangelio me impulsa a hacerlo. He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decirles que, como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección". Mons. Romero
Oscar Arnulfo Romero Galdámez, nació en el seno de una familia profundamente católica ; al nacer su madre, sintió la fe que iluminaba a su hijo y expreso : "Por haber nacido el día de la virgen de la asunción yo creo que Dios nos va a dar una sorpresa a con este muchacho". Oscar Arnulfo nació el 15 de agosto de 1917, día de la Asunción de la Virgen María, y en el mismo año en que sucedieron las apariciones de la Virgen María en Cova de Iría, en Fátima, Portugal, donde nuestra madre del cielo nos pregunta : « ¿Quieren ofrecer a Dios el soportar todos los sufrimientos que Él quisiera enviarles en reparación de los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores ? » Ciertamente Monseñor Romero como será llamado más tarde, se entregó en martirio como suplica por la conversión de los pecadores.
Estudió con los padres Claretianos en el Seminario Menor de San Miguel desde 1931 y, posteriormente, con los padres Jesuitas en el Seminario San José de la Montaña hasta 1937. Más tarde, fue enviado a seguir sus estudios en Roma en el Pontificio Colegio Pío Latino Americano. Se licencio en teología y fue ordenado sacerdote a la edad de 25 años en Roma, el 4 de abril de 1942, pero no pudo regresar inmediatamente a su país debido a las restricciones de viaje impuestas en Italia durante la segunda guerra mundial. Finalmente, regresó a San Salvador en agosto de 1943.
Sus padres, siendo de origen mestizo le inculcaron desde pequeño el respeto y amor por los campesinos y los más pobres ; en Roma complementa esa enseñanza, aprende lo que significa la salvación de las almas. Es ahí donde enlaza la palabra de Dios con sus acciones hacia el pueblo.
En 1970, el Papa Pablo VI lo ordena Obispo Auxiliar, bajo el lema : "Sentir con la Iglesia". Y será nombrado arzobispo de San Salvador en 1977 en una ceremonia muy sencilla donde su amigo, el Padre Rutilio Grande, SJ. fue el Celebrante.
Un mes más tarde el Padre Rutilio será asesinado junto con otros dos salvadoreños, después de un sermón donde se atreve a denunciar los atropellos perpetrados por el gobierno contra algunos sacerdotes que fueron expulsados del país y asesinados.
Tanto como Romero y Grande, discípulos de Cristo, defendieron a los más desposeídos. Se convirtieron en figuras muy importantes durante el conflicto armado que imperaba en ese momento. En sus sermones denunciaban las injusticias cometidas contra los campesinos.
Al Padre Rutilio Grande y Monseñor Oscar Romero, les arrebataron la vida por defender los derechos de los más pobres y desprotegidos, en la represión militar que reinaba contra los campesinos organizados. Una misma misión ; luchar contra las injusticias, donde sus mensajes fueron catalogados de subversivos e izquierdistas y su amistad los llevaría más tarde al martirio y sucesivamente a los altares. Y es que ir contracorriente, en ocasiones significa seguir radicalmente el Evangelio de Cristo y si usamos el lenguaje actual, en su tiempo a Jesús también lo hubieran tachado de loco, izquierdista, revolucionario, comunista, progresista, etc.
Recordemos que, en 1970, cuando el Padre Oscar Romero fue nombrado obispo auxiliar, en el mundo estaban ocurriendo varios acontecimientos importantes y delicados : por un lado, un conflicto que enfrentó durante años a dos potencias mundiales y amenazó constantemente con una tercera guerra mundial, período marcado por un conflicto político-ideológico entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética (URSS) al que se le llamo, "La Guerra Fría" y por otro lado el posconcilio que se caracterizó por la división entre el propio clero al rechazar el espíritu del Concilio Vaticano II (1959-1962) y sus reformas por los más conservadores.
El mundo entero se encontraba dividido : La Guerra Fría, no sólo logró polarizar al mundo ; comunismo- socialismo VS capitalismo ; occidental y oriental, sino que acrecentó la indefinida carrera armamentista y espacial entre ambos bloques, esto sin contar el aumento en armas nucleares y América Latina no podía salir ilesa. Este era el contexto en el que Romero llega al obispado. Período de enfrentamientos que condujo a una etapa muy sombría en varios países de Latinoamérica, dictaduras violentas donde la tortura, el exilio, asesinatos y la desaparición forzada estaban a la orden del día.
Monseñor Chávez y González arzobispo de San Salvador y Monseñor Rivera, también obispo auxiliar, impulsaban los cambios pastorales que el Vaticano II y la Conferencia de Medellín de 1968 proponían para el desarrollo de una nueva forma de entender el papel de la Iglesia Católica en América Latina y los planteamientos de Romero eran todavía muy conservadores, por lo que su llegada al obispado no fue bien recibida por los sectores más progresistas. Y es que monseñor Romero aún veía la doctrina desde una dimensión vertical, y no hacia todos los ombres y sus problemáticas sociales, económicas y políticas, es decir más horizontal.
En junio de 1975 la Guardia Nacional (régimen militar) asesina a 5 campesinos injustamente.
Este acontecimiento marco un antes y un después en la vida de Monseñor Romero. Lo que vio y vivió al visitar a las familias que acababan de perder a su ser querido, le guio a un cambio en su perspectiva de la vida de un salvadoreño.
El pueblo entero le pide que haga una denuncia pública, pero en lugar de eso, envía una carta al presidente Molina ; "Mi perspectiva es única y sinceramente la del Pastor de la Iglesia que lamenta ante el señor presidente de la República la forma en que se ha atropellado la dignidad y la vida, a la que tiene derecho todo hombre… La forma en que un " ;cuerpo de seguridad" ; se atribuye indebidamente el derecho de matar y maltratar… Fui allá para consolar a las familias que habían sido atropelladas por un pelotón de la Guardia Nacional. Pero antes de llegar a los afligidos hogares, a donde me dirigía, tuve que detenerme para rezar ante el cadáver insepulto de Juan Francisco Morales que yacía, entre el llanto de su madre y de su esposa, acribillado con un balazo en la cabeza. Al llegar, después, a las dos casitas que habían sido invadidas por la fuerza armada, créame, señor presidente, que se me partió el alma al oír el amargo llanto de madres viudas y niños huérfanos que, entre inconsolables sollozos, me narraban, sin explicaciones estudiadas, el cruel atropello, y lamentaban la orfandad en que se les había dejado…"
Y diciendo estas palabras denuncia a través de su homilía : "Nosotros la Iglesia, repetimos una vez más que la violencia no resuelve nada, que la violencia no es cristiana ni humana, que la violencia sobre todo cuando pisotea el quinto mandamiento no mataras en lugar de traer bienes, trae angustias, lágrimas, zozobra…"
Es en ese momento que podemos decir que monseñor Romero comienza a entender lo que realmente sucedía en el país. Y habiendo estudiado previamente los documentos conciliares, su opción por el más pobre, olvidado y sin voz se vuelve su bandera de lucha. Siguiendo el objetivo de renovar la vida interior de la Iglesia y adaptar su doctrina a las necesidades de la época, su trayectoria comienza a dar un giro de 180 grados. Así se convierte en
"La voz de los sin voz", luego de que comenzará a denunciar en sus homilías, programas radiofónicos, declaraciones públicas las numerosas violaciones a los derechos humanos y manifestará su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país. El propio Romero escribió en una ocasión cuando lo cuestionan sobre su "conversión" : "Una evolución de mí mismo, deseo que siempre he tenido de ser fiel a lo que Dios me pide ; y si antes di la impresión de ser más'prudente'y'espiritual', era porque así creía sinceramente que respondía al Evangelio, pues las circunstancias de mi ministerio no se habían mostrado tan exigentes de una fortaleza pastoral que en conciencia creo que se me pedía en las circunstancias en que asumí el arzobispado"
Es en este contexto en que Monseñor Romero es asesinado por su opción preferencial por los más pobres, reprimidos, violentados, torturados, maltratados… por la oligarquía política y económica. Un Evangelio liberador es lo que quiso trasmitir, su celo por vivir el Evangelio lo llevo al privilegio de compartir la cruz con Jesús.
Juan José Tamayo, nos dice en su blog : "Monseñor Romero fue asesinado por haber ejemplificado con hechos y palabras el valor moral y evangélico de la justicia en un país donde reinaba la injusticia estructural ; el valor de la paz en un país marcado por la violencia institucional ; el valor de la solidaridad, en un país donde las mayorías populares sufrían la pobreza y la marginación social ; el valor de la vida, en un país donde la vida de los pobres carecía de valor y se podía prescindir de ella impunemente. Vivió el cristianismo no como opio y alienación, sino como liberación y conciencia crítica ; no al servicio de los poderosos, sino de los empobrecidos. Denunció la concentración de la riqueza en manos de unas pocas familias que mantenían al pueblo en un régimen de esclavitud. Criticó severamente la alianza entre el poder político, el poder económico y el poder militar contra el pueblo. Se opuso al apoyo de Estados Unidos a dichos poderes para masacrar al pueblo salvadoreño"
A 45 años del asesinato de San Oscar Arnulfo Romero la historia sigue repitiéndose. América Latina sigue siendo tierra de nadie, donde el crimen organizado que impera dicta las leyes y gobierna sin piedad ; donde sersacerdote, religioso o laico comprometido con los más vulnerables es peligroso, pues para el gobierno los más vulnerables son sólo mercancía.
Ya lo vemos actualmente con las leyes anti-migratorias que se instalan tranquilamente en todo el continente americano obedeciendo las órdenes de quien se dice cristiano porque recita sus oraciones diarias, pero que en los hechos va en contra del evangelio. No permitamos que el sacrifico que hizo San Oscar Romero sea en vano.
Oremos para que Jesús y María purifique las intenciones de los dirigentes del mundo.