Entre las bienaventuranzas, hay una que se destaca como una invitación a vivir la justicia : "Bienaventurados los perseguidos por la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos".  

Estas palabras de Jesús resuenan con fuerza en un mundo donde la lucha por este derecho humano sigue siendo un desafío.   A lo largo de la historia, aquellos que han defendido la verdad y la dignidad de los más vulnerables han enfrentado oposición, rechazo e incluso persecución.  Jesús nos recuerda que este camino, aunque difícil, nos conduce al Reino de Dios. La justicia no es solo una aspiración humana, sino una exigencia del Evangelio, un compromiso que no puede reducirse a buenas intenciones, sino que debe traducirse en acciones concretas.

San Oscar Romero es un testimonio vivo de esta bienaventuranza. Durante su vida, alzó la voz contra la injusticia, denunciando la violencia y la opresión que sufría su pueblo. Su compromiso con la verdad lo llevó a enfrentar amenazas y ataques, pero nunca renunció a su misión. Él sabía que la justicia nace del amor y la solidaridad con los más pobres. Su sacrificio, lo convirtió en símbolo de la santidad que emana del servicio y la entrega total a los demás. Su vida nos recuerda que la justicia y la santidad van de la mano y que seguir a Cristo implica aceptar la cruz que conlleva defender a los más frágiles.

Hoy, el llamado a la justicia sigue vigente. En nuestras sociedades, persisten desigualdades que niegan a muchas personas el acceso a una vida digna. El concepto de crédito social, por ejemplo, busca reducir estas brechas, promoviendo un sistema más equitativo donde cada individuo tenga las oportunidades necesarias para desarrollarse plenamente. Este modelo de justicia social refleja los valores del Reino de Dios, donde nadie queda fuera y la dignidad de cada ser humano es reconocida. Sin embargo, optar por la justicia implica sacrificio y, muchas veces, incomprensión.

Para los jóvenes, este camino puede parecer aún más desafiante. Jesús nos habla de la "puerta estrecha", esta elección es exigente ya que conduce a la santidad y a la felicidad verdadera. En una sociedad que muchas veces promueve la comodidad y el individualismo, comprometerse con la justicia parece una senda solitaria y llena de tropiezos. La vida de San Oscar Romero nos muestra que la santidad es una meta alcanzable, y está se construye con pequeños actos de valentía y compromiso.

 Hoy más que nunca, los jóvenes están llamados a ser arquitectos de un mundo más justo, a no temer la persecución cuando se trata de defender la verdad, y a entrar por esa puerta estrecha que conduce a la santidad.

Este llamado se vuelve especialmente relevante en el tiempo de Cuaresma, un período de reflexión y conversión que nos invita a revisar nuestras propias vidas y preguntarnos si realmente estamos comprometidos con la construcción del Reino. La Cuaresma es un tiempo para abrazar la justicia y la santidad que ella trae, con la firme convicción de que, a través de ella, nos acercamos cada vez más a Dios..ww